domingo, 14 de diciembre de 2014

Te regalo una historia de amor, parte 3

De nuevo se reunieron con los padres de Ashley y Sam les invitó a aproximarse a la mesa donde se sentaban los señores Lawson. El muchacho tuvo que volver a estirarse el cuello de la camisa, la dichosa pajarita lo estaba matando. Notó como una gota fría de sudor le cayó por la frente y sus manos se frotaron nerviosas. Sin lugar a dudas, en aquel momento habría preferido estar tirado en la arena de la playa tomando unas cervezas con los amigos frente a una hoguera. Sin embargo, aquello nada tenía que ver con la situación a la que estaba a punto de enfrentarse.
―Mamá. Papá. Quiero presentaros a los señores Cooley, los padres de Ashley.
―¡Oh, querida! Por fin tengo el placer de conocerte –apuntó Sarah propinando un entusiástico abrazo a la señora Cooley―. La bella Ashley nos ha hablado muy bien de vosotros.
Peter guardó las distancias algo más que su mujer y simplemente tendió la mano de forma amistosa al señor y a la señora Cooley para saludarlos.
―Encantado de conocerles. Ashley es una chica estupenda –señaló de manera cortés.
―Gracias. Nuestra hija también nos habla maravillas de la familia de Sam, y veo que no se ha equivocado un ápice en su apreciación –repuso el padre de Ashley―. Son muy amables por invitarnos a un evento tan señalado como este.
―¡Oh, por favor! Dejemos las formalidades a un lado. Casi somos de la misma familia, ¿verdad querida? –Sarah parecía realmente encantada con la presencia de la señora Cooley.
Sam y Ashley observaban en silencio y con la boca abierta cómo la señora Lawson agarraba a Elaine del brazo y juntas caminaban hacia la barra del bar mientras parloteaban sobre temas triviales. Peter, por otro lado, invitó a George a salir a la terraza para ofrecerle uno de sus mejores puros habanos y así poder charlar sobre las franquicias que el señor Cooley estaba a punto de vender en el extranjero.
Sam y Ashley se miraron incrédulos.
―¿Has visto eso? Ni siquiera nos han prestado la más mínima atención –replicó Sam.
―Mejor así. Parece que han congeniado a la primera. Ha sido más fácil de lo que esperaba, ¿no te parece? –añadió Ashley sin poder ocultar su entusiasmo.
«Demasiado diría yo» pensó Sam para sus adentros.
La noche transcurrió de forma agradable. Tras una copiosa cena amenizada con los más exquisitos manjares que el hotel ofrecía, Sam quiso sorprender a sus padres con un vídeo que él mismo había preparado días atrás, donde se presentaban viejas fotografías de los señores Lawson desde su más tierna infancia hasta el último cumpleaños de su hijo, incluyendo imágenes de toda una vida juntos.
La señora Lawson no pudo reprimir soltar alguna que otra lágrima durante la proyección, y el padre de Sam le dio un fuerte abrazo a su hijo cuando el video finalizó. Los invitados se pusieron en pie para aplaudir el maravilloso detalle que Sam había tenido para con sus padres, y más de uno tuvo que recurrir al pañuelo para sonarse la nariz.
―Ha sido precioso –le dijo Ashley a su chico cuando regresó a su asiento.
―Sí, amigo. Casi me meo en los pantalones –bromeó el chistoso de Walter.
―Eres un insensible, no tienes corazón –le regañó Ashley―. Como sigas así no encontrarás novia en tu vida.
Walter tuvo que agachar la cabeza y aguantar la reprimenda. Sam contuvo la risa, conocía perfectamente a su amigo y sabía que no hablaba en serio. Él era así, cuando algo le emocionaba se cubría con un armazón de chistes malos para no mostrar su debilidad. Pero eso a Sam no le importaba.
―En fin, creo que voy a hablar un rato con Jenny –indicó Ashley acabándose su tercera copa de champán―. Seguro que a ella también le ha encantado el video.
Cuando la muchacha se alejó en busca de su amiga, Sam le dio un codazo a Walter.
―Vale, ya se ha ido. No tienes que poner cara de póquer. Ya sé que a ti estas cosas te parecen una cursilada.
―¡Qué va! En serio, me ha encantado como te has currado el vídeo –aclaró Walter―. Pero es que tu chica no sabe distinguir una broma.
―Ya la conoces. Ashley se toma las cosas muy en serio. Deja de darle importancia –señaló Sam encogiéndose de hombros.
En poco menos de un minuto, Walter ya se había olvidado del asunto y le propuso a Sam salir a la calle para probar el nuevo coche.
―Me temo que hoy no es el día. Prometí a Ashley que la acompañaría a casa. Además, imagina su cara si se entera de que he estrenado el coche contigo y no con ella –dijo el joven guiñando un ojo a su amigo.
―¡Eh! Cuidadito con lo que piensas, que yo solo quiero escuchar ese motor rugir como una bestia y no probar si los asientos son reclinables o no.
―¿Pero cómo puedes ser tan capullo? No me refería a estrenarlo en ese sentido.
―Sí, sí, claro. Cuéntame otra batallita porque esa no me la trago. ¿Un Maserati nuevo, una chica hermosa y una noche por delante? –Walter agitó la cabeza―. Qué suerte tienen algunos…
Sam dio a su amigo por imposible y fue en busca de Ashley. Por el camino, mientras sorteaba las diferentes mesas que le separaban de su chica, el joven no pudo evitar escuchar algunas de las conversaciones que se daban entre los invitados a la fiesta.
―Este mes mis acciones han subido un quince por ciento más de lo que esperaba –comentaba un señor con bigote.
―Mi marido se ha gastado más de diez mil dólares en este collar de oro blanco y diamantes de Piaget –presumía una señora entrada en edad.
―Esa finca tiene que ser mía. Si ese cabrón de Richard se me adelanta, tendré que darle una patada en el culo –conversaba otro invitado un tanto exaltado.
A Sam se le antojaron tertulias soberanamente superficiales. ¿Cómo podía ser que los únicos temas de diálogo estuvieran relacionados con dinero, lujo y patrimonio? Tendría que haber muchos más asuntos importantes de los que hablar, como los deportes, viajes, amigos… sin embargo, estaba claro que a aquellas personas solo les importaba una cosa.
―No soporto a esa cursi de Michelle, se cree que por tener un Ferrari nuevo ya puede presumir de todo. ¿Acaso no se ha mirado en el espejo? Esos zapatos de Luois Vuitton le sientan como un tiro –comentaba Ashley con su amiga Jenny.
«Otro argumento frívolo y carente de interés» pensó Sam cuando llegó al lado de su chica. Aunque, ¿quién era él para juzgar a los demás? Tampoco se salvaba de entrar en el mismo saco que el resto de las personas allí congregadas: sus padres, guiados por los caprichos de su hijo, acababan de gastarse un dineral en el Maserati.
―Perdón por la interrupción –intervino Sam dirigiéndose a su novia―. Cariño, la fiesta está a punto de acabar, ¿quieres que te acerque a casa?
―Claro, mi amor –respondió la joven al tiempo que sujetaba a su chico por las mejillas y le propinaba un sonoro beso en los labios.
Sam carraspeó tras la efusiva muestra de cariño de Ashley frente a la compañera de ésta. Notó como sus mejillas se sonrojaron al observar que Jenny contemplaba la escena sin apartar los ojos del apuesto joven.
―Lo siento, Jenny. Sam va a llevarme a casa en su coche nuevo. –La muchacha se levantó de golpe y a punto estuvo de caer al suelo cuando se pisó la cola de su elegante vestido.
Por suerte Sam estaba a su lado para sujetarla. Daba la sensación de que Ashley había bebido más de la cuenta, pero aquello no impidió a la chica recolocar su vestido para que se viera perfecto.
―Será mejor que avisemos a tus padres de que nos marcharnos.
―Sí, por supuesto. Ya sabes cómo se ponen si no te despides de ellos. Te adoran demasiado. –Aquel último comentario se le antojó a Sam un tanto repelente y fuera de lugar.
El chaval dibujó una sonrisa forzada en su cara. Tras prometerles a los señores Cooley que devolvería pronto a Ashley a su casa, Sam se despidió también de sus padres advirtiéndoles que regresaría algo más tarde.
―Bien, cariño. No olvides las llaves de casa –le recordó su madre―. Jeffry se pone de muy mal humor si le despiertas en mitad de la noche.
―Descuida, mamá.
Y tras cumplir con la obligación de despedirse del resto de invitados, Sam y Ashley salieron del hotel y dieron una vuelta en el sofisticado coche del muchacho. Condujeron por una carretera paralela a la costa para sentir la dulce brisa de la noche.
―Es maravilloso. ¡Me encanta! –vociferó Ashley sacando la cabeza por la ventanilla para sentir el aire en la cara.
―Ten cuidado, la policía nos puede llamar la atención. –Sam estaba preocupado por la embriaguez de la chica. Temía que pudiera cometer alguna locura, entonces tiró de su mano para que introdujera la cabeza en el interior y cerró la ventanilla con el fin de evitar problemas.
―¡Vamos, cariño, pisa el acelerador! Quiero sentir ese motor a toda potencia –gritó Ashley.
A Sam le pareció divertido el estado de la muchacha. Nunca antes la había visto en aquellas circunstancias, tan desinhibida y poco pendiente de guardar las formas. Decidió dejarse llevar y satisfacer su petición, así pues, cuando llegaron a una carretera poco transitada, Sam pisó a fondo el acelerador.
―¡Wow! ¡Es la leche! –decía Ashley entre risas―. Seguro que el coche de Michelle es un juguete en comparación con este.
―No creas, algunos modelos de Ferrari superan los quinientos caballos.
―¡Buah! La muy tonta no sabe ni meter las marchas. ¿Para qué querrá un coche tan rápido?
―Cuestión de gustos –respondió Sam encogiéndose de hombros.
―Para.
―¿Qué?
―¡Qué pares!
―¿Ocurre algo?
―Creo que voy a vomitar –farfulló la chica llevándose las manos a la boca.
Sam desvió el coche a un lado de la cuneta antes de que Ashley dejara un desagradable recuerdo en la tapicería de cuero. El joven no pudo evitar sentir ciertos escrúpulos al contemplar la imagen de su novia vestida como una muñeca mientras emitía sonidos grotescos, parecidos a los de un trol escupiendo sapos por la boca. No tuvo más remedio que salir del vehículo y acercarse a ella para comprobar si necesitaba ayuda, pero Ashley, avergonzada por la situación, lo apartó con la mano de un empujón.
―Vamos, no tienes de qué preocuparte. Se supone que soy médico y estas cosas no deberían impresionarme.
―Esto es diferente –pronunció la joven a duras penas.
Esperaron un par de horas sentados junto a la orilla del mar hasta que Ashley se recuperara de la melopea. No quería que sus padres pensaran que había bebido por su culpa. A eso de las tres de la mañana, los muchachos llegaron a la urbanización donde vivía la joven.
―Siento mucho haber estropeado el resto de la noche –exhaló Ashley en un suspiro.
―No te preocupes. Es normal que te sientas así si no estás acostumbrada a beber.
―La verdad es que no ―suspiró la chica relajando el cuello sobre el reposacabezas―. Supongo que estaba demasiado nerviosa por el encuentro de nuestros padres.
―No ha sido tan horrible, ¿verdad? –repuso Sam con una sonrisa amable.
―Cierto. Han pasado casi toda la velada hablando entre ellos –añadió Ashley devolviéndole la sonrisa a su chico.
Por unos instantes ambos se quedaron pensativos mirándose el uno al otro. El silencio de la noche se apoderó de sus oídos y aquella paz deleitó sus sentidos después de la tensión vivida en la fiesta. Se sentían agotados, pero aquello no impidió a Sam para acercarse a su chica y darle un beso tierno en los labios.
―Hoy estabas preciosa –le susurró al oído.
―¿Lo dices en serio? –Murmuró Ashley dejándose acariciar por los delicados dedos de Sam sobre su rostro―. Habría sido perfecto si no llego a estar como una cuba.
―Bueno, ya estás recuperada y sigues pareciéndome una diosa. –Sam continuaba centrado en seducir a su chica con pequeños besos sobre el delicado cuello de ésta.
―¿No crees que el vestido de Jenny era más bonito que el mío? –Ashley parecía estar más preocupada por otros asuntos, pero aquello no consiguió descentrar a Sam.
―No. Tú eres mucho más hermosa que ella –le decía Sam descendiendo por el hombro desnudo de la chica.
―¿Te has fijado en el peinado? Su peluquero debe ser algún paleto de Camberra, esos tipos de la capital se creen que entienden de estilo y la verdad es que no tienen ni la menor idea.
―Me da igual de dónde sea el peluquero de Jenny. –El muchacho no podía creer que Ashley estuviera pendiente de esas minucias y, muy disimuladamente, continuó descendiendo por su hombro.
―Creo que le gustas –soltó al fin la joven.
Sam no tuvo más remedio que interrumpir sus intenciones. Aquella conversación de besugos no lo estaba poniendo en absoluto, y le dio la sensación de que Ashley solo tenía un pensamiento en la cabeza.
―¿Por qué dices eso?
―He visto cómo te miraba.
―¿Y cómo se supone que me miraba?
―No sé. Siempre está pendiente de ti. Hoy no paraba de comentar lo guapo que estabas, lo inteligente que eras y lo seductor que estabas con tu traje oscuro.
―Me da igual lo que diga esa amiga tuya.
―Pues a mí no.
―¿No irás a decirme que estás celosa? –El silencio de Ashley lo dejaba claro―. Pero si ni siquiera he hablado con ella en toda la cena. Has sido tú la que te has acercado a ella para saludarla.
―Es igual. Eso no quita para que Jenny no dejara de hablar de ti. –La muchacha se cruzó de brazos enojada.
Sam optó por rendirse y prefirió no continuar con la conversación. Ashley podía ser una mujer encantadora cuando estaba animada, pero sus cambios de humor repentinos eran difíciles de torear. Él mismo lo había comprobado en varias ocasiones y sabía que lo mejor era alejarse de ella y reaparecer a la mañana siguiente como si nada hubiera sucedido. Ashley volvería a ser la misma de siempre después de un sueño reparador.
La pareja puso fin a la velada y ambos se despidieron con un desganado beso en los labios. Cuando Sam se aseguró de que la muchacha había entrado en su casa, dirigió el bólido hasta la mansión en Bayview.
Las luces de la entrada esperaban encendidas a su llegada. Todos en casa dormían y Sam subió hasta su dormitorio arrastrando los pies cansado. Abrió el ventanal que daba a la terraza privada de sus aposentos y salió un rato para respirar el aire fresco de la noche. Había sido una jornada larga, pues durante el día tuvo que ayudar a su padre en la clínica desde temprano, y la noche no había acabado precisamente como él esperaba.
Tomó asiento sobre un balancín y se dejó mecer por el movimiento suave de éste. Relajó su cuerpo y cruzó las manos detrás de la nuca para observar las estrellas que iluminaban el cielo. Se preguntó cuántas estrellas habría por encima de su cabeza, estaba seguro de que existían muchísimas más de las que sus ojos eran capaces de ver. Una vez había leído en un artículo que si alguien contara los granos de arena del planeta, apenas se acercaría al número probable de estrellas que había en el universo.

El joven cogió un puñado de tierra del interior de una maceta y dejó que los granos se le escurrieran por entre los dedos. En medio de un silencio mudo, Sam se sintió tremendamente pequeño. Pasó el resto de la noche contemplando el cielo, como un niño deslumbrado por toda aquella inmensidad.

martes, 9 de diciembre de 2014

Te regalo una historia de amor, parte 2

Sam se dirigió hacia el este en Pittwater Road. Siempre tomaba aquella carretera para ir a la ciudad, a fin de cuentas, era la más próxima a la costa y por lo tanto la que mejor vistas tenía. La noche era cálida, a pesar de estar en el mes de diciembre, el verano austral invitaba a los moteros a disfrutar del aire fresco nocturno y la mayoría salían a dar una vuelta por las noches. A parte de ellos, el tráfico no era demasiado denso a aquellas horas, así que aprovechó ciertos espacios para acelerar y regocijarse con el tronar de aquella potente máquina.
En menos de quince minutos llegó a Falcon Street. Una vez allí, tuvo que aminorar la velocidad, pues debía pasar por algunos peajes para continuar su camino. Tomó la salida de Grosvenor Street y a continuación giró a la izquierda por George Street. A tan solo quinientos metros se encontraba el majestuoso Hotel Hyatt Park.
Los padres de Sam habían decidido celebrar el aniversario en aquel lugar por una cuestión muy simple: el hotel se encontraba en Walsh Bay, la misma zona donde se habían conocido veintiséis años antes. Además, aquel también fue el lugar donde Peter le había pedido matrimonio a Sarah un año después de conocerse en la fiesta. Fue solo cuestión de semanas hasta que sus sueños se hicieron realidad.
Los invitados habían comenzado a llegar. Muchos se agolpaban en la puerta para recibir a los  señores Lawson que salían de su esplendoroso coche. Sam tuvo que esperar una cola de varios automóviles hasta que el aparcacoches se encargara del suyo. De pronto, un golpe en la parte trasera le hizo dar un respingo. Echó un vistazo por el retrovisor para ver qué había sucedido, pero en ese momento Walter apareció como un fantasma por la ventanilla del copiloto.
―¡Pedazo de cabrón! ¡Qué calladito te lo tenías! ―Walter introdujo medio cuerpo en el coche para soltar un puñetazo amistoso en el hombro de su camarada.
―¡No seas gilipollas! Anda, ven, entra. No quiero que me estropees la carrocería con ese disfraz de pacotilla― respondió.
―¿Pacotilla? ―repuso ajustándose la corbata―. Para tu información te diré que este traje cuesta tres veces más que tu esmoquin de pingüino.
―No lo dudo ―dijo Sam estirándose el cuello de la camisa―. Odio estos eventos. Daría lo que fuera por no tener que llevar la puñetera pajarita, la muy condenada no me permite respirar. Ya podían haber celebrado las bodas de plata en la mismísima playa y en bañador.
―No me cambies de tema –le interrumpió su amigo mientras tomaba asiento a su lado y observaba boquiabierto el panel de control―. A ver ¿caballos?
―Cuatrocientos sesenta.
―¿Velocidad máxima?
―Trescientos kilómetros por hora.
―¿Consumo medio?
―Entre quince y dieciséis litros.
―¿Aceleración de cero a cien?
―Cuatro coma siete segundos.
―¿Lo has probado ya?
―Aún no. –Sam le guiñó un ojo a su amigo―. Te estaba esperando.
―Así me gusta –dijo dándole otra palmada en la espalda.
Walter podía resultar irritante en algunas ocasiones, pero siempre había sido su mejor amigo. Se conocían desde el colegio. Walter había sido siempre un chaval energético y lleno de vida, sin embargo, algunos de sus compañeros lo tomaban por un tipo exasperante e insoportable. Hablaba demasiado, incluso los profesores tenían que llamarle la atención constantemente porque era incapaz de guardar silencio más de diez minutos seguidos. Su temperamento nervioso hacía de su complexión un tipo delgado, más bien menudito. Por supuesto aquella debilidad física no le beneficiaba a la hora de meterse en alguna pelea aunque, por suerte, Sam siempre estaba a su lado para echarle una mano.
Al contrario que Walter, Sam era un chico más tranquilo, lo que no significaba que no fuera capaz de tumbar a cualquiera de un solo golpe de derecha. Él era un tipo alto y corpulento. Practicaba kick boxing cada vez que podía y las técnicas aprendidas le habían ido de perlas para no dejarse achantar por nadie.
―¿Has quedado con Ashley en el hotel? –preguntó Walter.
―Sí. Vendrá con sus padres –dijo soltando un suspiro.
―Por favor, no seas tan efusivo –replicó Walter en un tono irónico―. Cualquiera diría que no te hace ilusión que vuestros padres se conozcan formalmente.
―La verdad es que no –confesó―. A veces tengo la sensación de que esto va demasiado deprisa.
―¿Te refieres a tu relación con Ashley?
Sam asintió con la cabeza.
―Solo llevamos juntos seis meses y parece que me hubiera comprometido con ella por el resto de mi vida.
―¿Acaso no la quieres?
―Sí, claro que la quiero. Es una buena chica… y muy inteligente.
―Por no mencionar que está como un tren –interrumpió Walter.
―Está bien… además está buenísima. –Sam sacudió la cabeza―. Pero eso no tiene nada que ver con esto. Pienso que Ashley va muy rápido, no sé, tal vez deberíamos tomárnoslo con más calma… salir más… conocer más gente…
―¿No estarás pensando en engañarla?
―¡Oh, Walter! Eres imposible –soltó el joven exasperado―. No estoy hablando de eso. Solo digo que es demasiado pronto para compromisos. Somos muy jóvenes para atarnos de ese modo.
―¿Se lo has dicho a ella?
―¡Qué va! Está demasiado ilusionada con este encuentro. Cualquiera se atreve a defraudarla…
―Bueno, si lo piensas bien, no es tan grave. –Walter se encogió de hombros―. Piensa que sencillamente vuestros padres van a conocerse, nada más. Eso no quiere decir que vayáis a casaros mañana mismo.
Sam enarcó las cejas y dirigió una mirada escéptica a su amigo.
―Tú no conoces a Ashley.
El botones del hotel se aproximó al Maserati.
―¿Desea que le aparque el coche, señor?
Los dos amigos salieron del vehículo y Sam le hizo entrega de las llaves al muchacho.
―¡Cuídalo bien! Es el coche nuevo de mi amigo –le advirtió Walter por encima del capó.

―Descuide, señor –respondió el aparcacoches de forma cortés.
Los dos jóvenes se dirigieron a la entrada del hotel. Los padres de Sam ya habían accedido al interior y esperaban en la sala de celebraciones rodeados por un grupo de invitados que los felicitaban por su aniversario.
El magnífico Guest House del hotel estaba situado en el mismísimo puerto de Sydney, desde donde se accedía a una terraza exterior privada con increíbles vistas a la colosal Opera House. La decoración del salón de celebraciones era de un gusto exquisito, minuciosamente diseñado con la iluminación perfecta para la visualización de sus mesas y el brillo de la elegante vajilla que las componían. El restaurante del hotel Hyatt Park se caracterizaba por una cocina creativa con toques de autor donde se aplicaban fuertes dosis de imaginación. El matrimonio Lawson era amante de este tipo de cocina, adoraban explorar nuevos sabores y deleitarse con las sorprendentes elaboraciones de sus cocineros.
Sam echó un vistazo al Guest House en busca de su chica, suponía que habría llegado antes que él, ya que solía ser muy puntual en los eventos importantes. Y aquella era una de esas ocasiones.
―Mira, allí está Ashley –informó Walter señalando hacia el balcón.
La joven se encontraba con sus padres en el exterior, contemplando las maravillosas vistas de la bahía mientras sujetaba una copa de champán. Sam se aproximó para saludar a los señores Cooley.
―Buenas noches, señores. –Sam hizo una leve inclinación de cabeza―. Ashley.
―¡Oh, mi querido Sam! –La señora Cooley fue la primera en saludar―. Estás realmente encantador.
―Gracias, señora.
―Por favor Sam, llámame Elaine. Creo que ya es hora de apartar los formalismos, ¿no te parece, George? –se dirigió a su marido.
―Claro, muchacho –afirmó el señor Cooley dando un manotazo amistoso al joven en el hombro.
―Estás realmente preciosa esta noche, Ashley –dijo Sam dirigiéndose a su novia.
―Gracias, cariño –respondió sin poder evitar sonrojarse delante de sus padres.
Los señores Cooley se percataron de las ganas locas de Ashley por quedarse a solas con su chico unos instantes, por ello no dudaron en buscar una ágil excusa para alejarse de los dos tortolitos.
―Tomaremos algo de beber, en breve estaremos de vuelta –señaló el señor Cooley.
Cuando ambos se alejaron, Ashley se abalanzó sobre los brazos de su amado con gran entusiasmo.
―¡Oh, Sam, estoy tan nerviosa! ¿Crees que tus padres y los míos se llevarán bien?
―No me cabe duda. Aunque solo sea por guardar los formalismos, te aseguro que la cordialidad será más que palpable.
―Eso espero.
―Intenta no pensar en ello –dijo Sam para tranquilizarla―. A ver, ¿qué le apetece hacer esta noche, señorita?
―Mmmm, creo que me está entrando hambre de algo delicioso –respondió Ashley terminando de beber su copa de un trago y llevándose el índice a los labios de manera insinuante.
―Será mejor que tomemos algo fresco –repuso Sam divertido―. Además, no me gustaría estropearte ese vestido tan elegante.
―¿Te gusta? –Preguntó Ashley dando una vuelta a fin de que Sam pudiera apreciar la bella figura de su chica―. Es de Valentino, adoro sus diseños.
―Bien… estupendo –farfulló Sam―. Realmente te sienta genial.
Sam no era ningún entendido en prendas, aunque eso no quitaba para que no supiera reconocer un vestido bonito sobre una chica bonita. Todo lo contrario que Ashley, que estaba en su último curso de la escuela de alta costura y a la vista de grandes proyectos. La joven era una obsesa de la moda. Siempre vestía a la última y su fascinación por las telas sobrepasaba los límites del entusiasmo. Sus padres lo vieron claro desde el principio; Ashley tenía una gran virtud, y aquella pasión por la alta costura llevaría a su hija a estar entre las grandes diseñadoras tarde o temprano. Por ello no dudaron en enviar a su hija a una de las escuelas más prestigiosas del país, además de hacer prácticas durante un año en la cuna de la moda, París.
―¿Por qué no hacemos lo que hemos venido a hacer y acabamos con este martirio cuanto antes? –repuso Sam refiriéndose a la presentación formal de sus padres.
―Estoy tan nerviosa como tú, cariño. Anoche no pude ni pegar ojo –susurró la joven.
En ese momento un camarero pasó a su lado portando algunas bebidas y Ashley aprovechó para agarrar otra copa de champán.
―De acuerdo, entonces vamos allá –añadió Sam cogiendo otra copa para él.

Mi paso por #FICOD14

Todo comenzó hace unos meses cuando, sin esperarlo, recibí un mail por parte de la organización de FICOD (Foro Internacional de Contenidos Digitales) donde me invitaban a participar como ponente en una de las mesas. Al principio no supe qué contestar, puesto que no conocía nada de FICOD y tampoco creí que fuera en serio. Pero después de investigar, me di cuenta de que hablaban muy en serio y de que efectivamente estaban interesados en mi presencia como autora autopublicada.
Tras varios mails para concretar y organizar el viaje, me encuentro con que el día 2 de diciembre debo viajar a Madrid. La primera sorpresa con la que me cruzo en el camino es la espectacular organización por parte de la empresa: viaje en primera, un espectacular coche esperando a la puerta de la estación con su respectivo guardaespaldas (para trasladarme al restaurante donde cenaría la primera noche, una cena y espectáculo de ensueño compartido con los organizadores y directivos de FICOD y RED.ES…
Y aquí debo hacer un paréntesis para contar que me trasladaron en el mismo coche en el que habían viajado diversos políticos y actores famosos como Pierce Brosnan, Brat Pitt o Matt Demon… Sí, lo sé, yo tampoco daba crédito a lo que el joven de dos metros de alto que conducía el coche me estaba contando, pero tratándose de un Mercedes S Class 500, podía esperar cualquier cosa. Además me contó una anécdota curiosa sobre Pierce Brosnan, y es que el actor, en un arrebato de estupidez, decidió escapar de un restaurante por la salida de los camareros sin que el guardaespaldas se diera cuenta. El muchacho me dijo que casi le cuesta el despido. En fin… pequeñas anécdotas curiosas que para una persona común como yo, nos resultan graciosas de escuchar.
Volvemos al restaurante. La Capilla de la Bolsa. Un lugar espectacular, no solo por la remodelación de la capilla y el exquisito servicio, sino que, además, entre plato y plato, dos tenores nos amenizaron la cena con diversas piezas a cada cual más espectacular.
A eso de las 12 llegué al hotel. De nuevo me trasladaron hasta allí en coche privado y de nuevo me vi envuelta en un ambiente de lo más exclusivo. Por desgracia, estaba tan cansada que apenas pude disfrutar de la estancia allí, y es que Morfeo me llamó a un sueño profundo antes de mi ponencia para el día siguiente.
Por la mañana, y tras una estupenda ducha y un revigorizador desayuno en el buffet, me dirigí al Palacio de Congresos que estaba justo en frente del hotel.
 Nada más llegar, recogí mi pase al foro y desde allí una azafata me acompañó a la sala VIP donde nos reuniríamos todos los ponentes que participábamos en el foro. Allí conocí a mis compañeros: Bruno Nievas (autor de Realidad Aumentada), David Fernandez (Director de Nubico) y Justo Hidalgo (Socio fundador de 24symbols). Todos expertos excelentes y con muchos avances tecnológicos interesantes que contar.
A las 11:45 bajamos a la sala donde participaríamos y allí nos colocaron los micrófonos, luces y demás parafernalias para una perfecta actuación. La sala se llenó, se trataron diversos temas sobre la autopublicación, tales como experiencias personales, lo que está por venir, la demanda de los lectores, los géneros que más venden en la actualidad, nuevos proyectos…
Una vez acabado el tiempo, algunos espectadores se aproximaron a nosotros para hacernos algunas preguntas y, una vez resueltas todas ellas, nos llevaron de regreso a la sala VIP donde poco después ofrecerían una suculenta comida.
En seguida tuve que ausentarme  puesto que mi tren de vuelta partía a las 16:30 de la tarde. Camino de vuelta, tuve tiempo suficiente para recordar y analizar todos los momentos vividos en, para mí, una nueva experiencia.

Espero volver el próximo #FICOD15

domingo, 30 de noviembre de 2014

Te regalo una historia de amor.

Esta es, posiblemente, la mayor historia de amor jamás contada. Bienvenido, lector:

Capítulo 1
      
―Cariño, papá y yo estamos listos para salir ―anunció la señora Lawson desde el gran salón.
El sol del atardecer penetraba por las ventanas rectangulares de cristal tintado. Sam se hallaba ultimando su imagen frente al enorme espejo del baño; un poco de gomina para dar a su cabello un aspecto fresco, unas gotas de after shave sobre su barba recién afeitada y un par de pulverizaciones de su perfume favorito, Nº 1, de Clive Christian, un regalo de su novia Ashley en su vigésimo cuarto cumpleaños.
―Que empiece el desfile de falsas apariencias… ―musitó a la par que forzaba sus labios para ensayar la imagen que debía dar ante el centenar de invitados.
Los padres de Sam celebraban sus bodas de plata en el gran Hotel Park Hyatt, una ocasión especial que deseaban compartir con la alta sociedad de Sydney. El señor y la señora Lawson eran dos de los cirujanos plásticos más reconocidos del país. Ambos trabajaban en la prestigiosa consulta que el doctor Lawson abrió hacía más de treinta años en el mismísimo corazón de la ciudad. Famosos del celuloide y grandes políticos confiaban su físico al matrimonio, seguros de que los buenos resultados estaban garantizados al cien por cien.
Peter se había especializado en las intervenciones de elevación y aumento de pecho; su técnica mamolifting era una bendición para las mujeres que querían evitar la famosa cicatriz en forma de T que estas operaciones conllevaban. Definitivamente eran sus intervenciones estrella.
Sarah, por otro lado, se especializó en tratamientos quirúrgico faciales, tales como rinoplastias, liftings, aumento de labios y en general todo lo relacionado con el rejuvenecimiento del rostro.
Y como no, luego estaba Sam. Hijo único de la pareja y, por lo tanto, heredero del imperio Lawson.
Sam acababa de finalizar sus estudios en medicina, indiscutiblemente empujado por la insistencia de sus padres. No es que le disgustara el trabajo de médico, mas a veces dudaba que la especialidad de cirugía plástica fuera lo mejor para él. Durante el último curso había hecho prácticas en hospitales infantiles y el trato con niños enfermos era lo que más satisfacción le había proporcionado. La apabullante velocidad de los chavales a la hora de reponerse de una operación, su incansable fuente de energía y la sonrisa que le dedicaban cada vez que les gastaba una broma, eran suficientes para que el joven finalizara su jornada con cierta sensación de gozo.
Lo malo era que sus padres ya habían elegido por él, y Sam estaba destinado a seguir los pasos de la familia. Aquel sería su último año sabático antes de comenzar a trabajar seriamente en la clínica y, aunque a veces ayudaba a sus padres en la sala de operaciones, tenía la firme intención de aprovechar los últimos seis meses que le quedaban de libertad para disfrutar al máximo.
Sam bajó las amplias escaleras en forma de C a toda prisa, deslizando su mano derecha por el pasamanos de madera noble. El matrimonio esperaba impaciente en la entrada principal, bajo la enorme lámpara con forma de araña que iluminaba la sala al completo.
―Cariño, vamos a llegar tarde ―le dijo la señora Lawson a su hijo cuando este se acercó a ella para darle un sonoro beso.
―Estás preciosa, mamá. Pareces una reina.
―Gracias, hijo ―respondió su madre mientras estudiaba la imagen impecable de su primogénito―. Deja que te coloque bien la pajarita. Está un poco torcida.
―Mamá, deja de tratarme como a un niño. Sé cómo colocar una dichosa pajarita ―dijo Sam aproximándose al grandioso espejo bañado en plata que colgaba sobre una de las paredes laterales de la sala―. Llevo haciéndolo desde que tenía diez años y la verdad, empiezo a estar cansado de estos trajes incómodos. No me permiten una movilidad plena en los brazos y apenas puedo respirar con este nudo en la garganta.
Sarah era una mujer perfeccionista. Le gustaba que sus dos hombres lucieran siempre una imagen impecable. “Si queremos que los pacientes confíen en nosotros, debemos ser los primeros en mostrarnos impolutos” solía decir. La señora Lawson nunca había necesitado pasar por el quirófano. Siempre había sido una mujer hermosa y ahora, a sus cuarenta y nueve años recién cumplidos, tan solo había necesitado alguna que otra inyección de botox para disimular las finas líneas de expresión.
Para aquella noche tan especial, Sarah había elegido un bonito vestido de encaje morado, ajustado perfectamente a su delgada figura y que le llegaba hasta los pies. El diseñador libanés Abed Mahfouz era uno de sus preferidos, por la armonía de colores y la delicadeza de sus telas.
―Será mejor que te acostumbres, hijo –intervino su padre―. Ya sabes cómo se las gasta tu madre cuando le llevas la contraria.
El señor Lawson hizo un guiño de complicidad a Sam. Él tampoco se sentía cómodo ataviado con aquel esmoquin de Brioni, pero tenía muy claro que la ocasión lo merecía. En resumidas cuentas, la señora Lawson no tenía más que recordarle lo atractivo que estaba su marido vestido a lo James Bond para que este se convenciese de que así era.
Peter tenía diez años más que su mujer. Ambos se conocieron en una fiesta que un amigo de él daba en su lujoso piso de Walsh Bay. Los padres de Sarah fueron invitados como parte de la alta sociedad australiana y ella, obligada por la insistencia de sus progenitores, asistió con poco entusiasmo al evento, pues sabía que ninguna de sus amigas acudiría. Una vez allí, y cuando sus mayores se hallaban enfrascados en conversaciones de política, Sarah salió al balcón para respirar un poco de aire fresco. A los pocos minutos, mientras observaba embelesada las luces al otro lado de la bahía, un joven se acercó por su espalda y, sin mediar palabra, colocó su chaqueta sobre los hombros temblorosos de ella.
Sarah se giró sorprendida por el atrevimiento del muchacho, en cambio, nada más posar sus ojos sobre los de él, quedó prendada de su delicadeza y caballerosidad. Estuvieron más de una hora sentados y conversando en un recodo de la terraza, hasta que los padres de Sarah la encontraron admirando las estrellas muy acaramelada junto a aquel extraño. Sin ser consciente, Sarah se llevó a casa la chaqueta del joven, la cual contenía toda la documentación del muchacho. Aprovechó la confusión como excusa perfecta para volver a quedar con Peter al día siguiente y devolverle la prenda.  Desde aquel instante jamás se separaron.
Cuando Sarah  finalizó sus estudios en medicina, Peter le pidió matrimonio y, por supuesto, la recibió con los brazos abiertos en su recién inaugurada clínica de estética. Años después, y con mucho esfuerzo, ambos crearon el emporio Lawson´s Surgery.
El mayordomo de la casa, Jeffry, abrió la enorme puerta de la entrada que daba acceso directo al formidable jardín de la mansión. La noche era húmeda, por ello la señora Lawson se echó por encima de los hombros su chal de cachemira. Su marido le ofreció el brazo para ayudarla a bajar las escaleras, siempre atento a las necesidades de Sarah.
El chofer esperaba de pie, junto a la puerta trasera del Bentley Continental. Su elegante traje de color negro resaltaba con los guantes blancos impolutos que abrieron la puerta de la señora Lawson para facilitarle la entrada. A continuación se dirigió con paso rápido al lado contrario del automóvil para ceder el paso al señor Lawson.
―¿Hijo, no vienes con nosotros? ―preguntó Sarah desde la ventana al ver que Sam esperaba plantado frente a la puerta.
―Prefiero ir en mi coche. Tal vez tenga que acompañar a Ashley a su casa más tarde.
La señora Lawson dedicó una sonrisa cómplice a su hijo antes de elevar la ventana ahumada de su lado. El coche se fue alejando de forma paulatina hasta perderse entre la arboleda que conducía al exterior de la finca.
―Jeffry, ¿podrías traerme las llaves del Maserati? ―le pidió al mayordomo.
―En seguida, señor.
Sam quería sorprender a su novia con el juguete nuevo que sus padres le habían regalado por finalizar la facultad pero, sobre todo, ansiaba darle en las narices al envidioso de Walter, amigo de la infancia y uno de los mayores maníacos de las cuatro ruedas. Walter formaba parte de esos individuos capaces de hacer gala de una sincera expresión de dulzura mientras que en su fuero interno un cúmulo de celos le consumía las entrañas.
―Aquí las tiene, señor ―anunció Jeffry entregándole las llaves―. ¿Desea que le traiga el coche hasta la puerta?
―No es necesario, amigo. –Y con una palmadita de agradecimiento en el hombro, Sam se despidió de su fiel mayordomo―. Buenas noches.
―Buenas noches, señor. Que pase una bonita velada.
Sam se acercó hasta el garaje en la parte lateral de la mansión y, una vez allí, no pudo evitar quedarse un rato admirando la potente máquina que estaba a punto de estrenar. Más de cuatrocientos cincuenta caballos aspirando a cabalgar a toda potencia sobre el asfalto de un circuito cerrado. Se frotó las manos imaginando la cara de Walter cuando lo viera aparecer en el interior de aquel monumento motorizado.
Subió al coche y aspiró el embriagador olor de la tapicería de piel recién estrenada. Adoraba aquel aroma a nuevo. A lo largo de sus veinticuatro años, Sam se había acostumbrado a percibir esa misma fragancia cada cierto tiempo, dado que a su padre no le gustaba conducir el mismo coche más de dos años. La familia estrenaba auto nuevo cada dos por tres.
No era el primer coche que Sam conducía. Antes del Maserati llevó un Porsche, pero decidió cambiarlo por un diseño más elegante y sofisticado.

El joven dio al contacto y el rugir del motor sonó como música para sus oídos. Pisó el acelerador varias veces para deleitarse con el sonido e instintivamente  una sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro. Cuando decidió salir del garaje, no lo hizo de manera pausada como lo habría hecho su chofer, sino que deslizó las ruedas sobre el suelo resbaladizo de la cochera dejando un rastro negro en las baldosas. Desde la entrada, Jeffry observaba al heredero Lawson avanzar a toda prisa tras una estela de polvo. CONTINUARA...

SI TE APETECE SEGUIR CONOCIENDO LA HISTORIA DE SAM, POR FAVOR, DEJA TU COMENTARIO Y CADA DOMINGO SUBIRÉ UN EPISODIO.

lunes, 17 de noviembre de 2014

XIV Semana novela histórica de Cartagena

El pasado 25 de Octubre clausuró la XIV Semana de la Novela Histórica de Cartagena que se celebró en el Aula de Cultura de Caja Murcia los días 22, 23, 24 y 25. Las jornadas contaron con la presencia de la escritora Carmen Posadas, que presentó su última novela "El testigo invisible".

El miercoles 23, le llegó el turno a la novela romantico-histórica, donde tuve el gran placer de participar con otras tres escritoras de este género loterario: Amber Lake "Buscando a la esposa perfecta", Marisa Grey "Cadena de favores" y Lola Gutierrez "PLaya de poniente".

Durante la más de una hora que duró nuestra ponencia, se trató el tema de la romántica dentro del género histórico y de cómo el mundo de la cultura se mantenía en cierto modo apartado del románce, por ser este considerado literatura rosa. Las autoras allí presentes defendimos la importancia de las historias de amor dentro de cualquier género, ya sea histórico, ficción, fantasía o novela negra. Desde allí se nos dio la oportunidad de animar a los lectores allí presntes a consumir este tipo de literatura, pues al igual que la novela puramente histórica, los autores de romance también necesitan documentarse y viajar a aquella época para argumentar sus novelas.

Debo decir que mi experiencia en este sentido fue de lo más motivador. Y desde este portal me gustaría animar a los lectores a seguir consumiendo nuestra literatura, ya sea histórica o romántica, pues lo importante de todas ellas es que nos hagan sentir, nos evadan y nos transporten a un mundo diferente.
 




Crónicas de las #JAR.

Todo comienza el viernes 14 de Noviembre, cuando cuatro fenómenos (Regina Roman, Loli Diaz, J.R. Gálvez y Rafael Orellana) deciden celebrar las Jornadas Ándalus Romántica #JAR. Resuelven organizar estas jornadas en el fantástico Hotel Málaga Palacio, donde, tras duros meses de comederos de cabeza y trabajo a destajo, consiguen reunir a grandes escritoras y lectoras del mundo de la romántica.


El trabajo y la lejanía me impidieron estar esa noche en Málaga, aunque no penséis que perdí el tiempo, pues pasé la velada en buena compañía y tapeando por mi adorada Granada.
A la mañana siguiente, y bien tempranito, nos dirigimos a Málaga.  Checking en el Hotel y a por mi pase a las JAR.
Y mira tú por donde, que nada más llegar me encuentro con quien más ilusión me hacía conocer en persona y que aún no había tenido oportunidad: Lola P. Nivea. Para mí, una de las mejores escritoras del panorama romántico.


Comienzan las jornadas y nos encontramos con una primera mesa formada por editores/as de Versátil, Plaza & Janes, Esencia, y Titania. En esta mesa se tratan las distintas campañas de marketing editorial.
Debo admitir que se me escaparon algunos puntos de este debate, pero claro, tenía al lado a Megan Maxwell (que por cierto no dejó de firmar libros ni un minuto) y ya la cosa se desparramó junto con Patricia Sutherland y Connie Jett.



Después entró Megan a escenario y por fin pudimos escuchar sus experiencias y vivencias como la escritora que más romántica vende en España.
Hora de comer, y la cosa no quedó ahí, porque si ya habíamos pasado un rato estupendo con Megan, ahora venía el cachondeo padre de Noelia Amarillo, Noe Casado, Ana Iturgaiz, Elena Castillo, Rosario Tey y Patricia. Comer... comimos, pero reírnos.... hasta que nos dolieron las entrañas.


Por la tarde, la tertulia continuó con unos autores de auténtico lujo: Jerónimo Tristante, Lucinda Grey, Ana Iturgaiz y Jorge Diaz. Si ya creíamos que nos lo habíamos pasado bien a más no poder, resulta que llega Jerónimo y nos hace llorar a todas las allí presentes con su buen humor y cachondeo. Creo que nadie salió de la sala sin haberse llevado una grata impresión con este autor.


Por último llegó la guinda final. Una ocasión especial a la que muchos de nosotros no dudamos en participar. Cóctel temático años 20. De nuevo risas, anécdotas y un no parar de bailar con gente muy especial...


¿Que si se me quedó corto el encuentro? Pues sí ¿Que si pienso repetir el año que viene? Por supuesto ¿Que quieres apuntarte al próximo? No lo dudes.

Hasta el año que viene #JAR15



martes, 23 de septiembre de 2014

Dedicado a todas aquellas chicas que tienen a su lado al hombre de su vida.


Mis amigas me dicen que no debo sufrir por ti, y yo les respondo que eres el amor de mi vida.

 Dicen que otros hombres vendrán y suplantarán tu cariño, y yo les digo que jamás nadie me querrá con tú lo hiciste.

Dicen que soy una tonta porque siempre te llevo en mi corazón, pero yo sé que nunca te irás, que el tiempo no borrará la herida que abriste el día que te marchaste.

Sé que solo soy una niña, que todavía me quedan muchas cosas por vivir, muchos amores por conocer y muchas aventuras por experimentar, pero ninguna será lo suficientemente valiosa como el tiempo que pasamos juntos.

Ellos creen que mi lamento es pasajero, mas yo siempre te recordaré.

Te he perdido, eras mi vida y ya no estás. Te llevo tan, tan dentro, que me muero si no estás.

Perdóname si en algún momento te fallé, perdóname si no cumplí tus expectativas. Solo puedo asegurarte que todo lo que hice, lo hice para que te sintieras orgulloso de mí.

Tenerte junto a mí ha sido el premio más grande que he llegado a alcanzar, y aún alzo mi copa al cielo para que todos la contemplen y sepan que como tú, no habrá nadie.

Sé que solo soy una niña, pero he conocido el verdadero amor, el amor más puro. Ese que tú me has dado.

Te quiero, papá.

jueves, 31 de julio de 2014

Nuevo relato en la revista Romantica´s

Buenos días, sirenas. Aquí os dejo con el enlace a la revista Romantica´s, En ella encontraréis, entre otras cosas, un breve relato sobre una carta que Helena, la madre de Eva, le escribió a su hija. En ella se desvelan algunas incógnitas sobre el origen de su existencia. No os lo perdáis en la pg. 46 de la revista.


martes, 17 de junio de 2014

Los comienzos de Jane Porter

Poco se sabe de Jane Porter en España, pero esta autora estadounidense carga tras sus espaldas una biografía que no dejará a nadie indiferente, y esperamos que, poco a poco, su nombre os vaya sonando en España.
Jane es autora de 47 novelas, casi todas ellas superventas. Ha vendido más de 12 millones de libros. El libro que acaba de ser traducido en español, 'Ligando a los cuarenta' ('Flirting with forty') se publicó en 2006 y es en gran medida autobiográfico. Se agotaron 6 ediciones en pocas semanas y en 2008 se rodó una película para la televisión protagonizada por Heather Locklear.
Ha sido finalista de los premios RITA en numerosas ocasiones, la última de los cuales precisamente la de este año, con su último libro, 'Take me, Cowboy'. Es fundadora de TULE PUBLISHING GROUP, una pequeña editorial centrada en la editoría digital, centrada en la novela romántica, creada junto con un grupo de autoras y amigas. Por supuesto, encontraréis más información sobre Jane en Internet.

          

1. When did you decide to write your first novel? And what made you write romance?
"¿Cuándo decidió escribir su primera novela y qué le hizo decantarse por el romance? 

I’ve been writing since I was in kindergarten!  I remember wanting to write from as far back as I can recall in my childhood.  I used to love daydreaming and spinning stories with a happy ending.  It was essential to me that the princess locked away in her tower did find a way to get out to find her prince.  Not necessarily that he had to come save her but that she did find a way to get her happy ending.  It seemed only natural to want to write romances to create more happily ever afters!
"He estado escribiendo desde la infancia. Recuerdo haber deseado hacerlo desde que tengo memoria. Me encantaba soñar y crear historias con un final feliz. Era importante para mí que la princesa que se hallaba encerrada en el torreón encontrara la forma de escapar para encontrar a su príncipe. No era necesario que él tuviera que ir en su busca y salvarla sino que ella encontrara la forma de encontrar su felicidad. Siempre parecía natural que se escribiera romances para crear un final feliz para siempre."


 2. Can you tell us about the process you had to follow in order to publish your first novel?
"¿Puede comentarnos sobre el proceso que tuvo que seguir para publicar su primera obra?"

Although I’ve had poetry and non-fiction pieces published in national magazines, it took me nearly 15 years of incredibly hard work, and 13 rejected manuscripts, before I finally sold to Harlequin Mill& Boon in London in 2000. Since then I’ve written 47 books (none of the rejects have ever seen the light of day ) and am about to start another.


Did my Masters in Writing help me sell? Mmmm, no. Did it teach me about the craft of writing? Yes. The bottom line is that I am a commercial fiction writer and I had to learn not just how to write a beautiful passage or honest emotion, but I had to figure out how the market, the genres, the industry pet peeves as well as how to write page turners. The secret to selling is writing really compelling stories. Books that keep a reader up late at night. And I don’t think that kind of thing can be taught in a classroom but rather a writer develops his or her writing chops through lots and lots of practice.
"Aunque he publicado poesía y relatos de no ficción en revistas nacionales, me llevó cerca de 15 años de duro trabajo y 13 manuscritos rechazados antes de que finalmente publicara con Harlequin Mill & Boon en Londres en el 2000. Desde entonces he escrito 47 libros (ninguno de los rechazados ha visto aún la luz) y estoy a punto de comenzar con otro.
¿Creéis que mis Masters en escritura me ayudaron? Mmmm, no. ¿Me enseñó técnicas para escribir? Si. En el fondo yo soy una escritora de ficción comercial y no solo tengo que aprender a escribir pasajes hermosos o emociones honestas, sino que también tenía que averiguar sobre el mercado, los géneros, y los palos que da la industria  al igual que saber escribir libros apasionantes. El secreto para vender es escribir historias absorbentes. Libros que mantengan al lector despierto hasta tarde en la noche. Y no penséis que ese tipo de cosas se enseñan en una clase, sino que un escritor desarrolla su escritura tras mucha práctica."


3. Who are your favourite authors? and which book has meant the most for you?
"¿Quienes son sus autores favoritos y qué libro ha significado más para usted?" 

I love romances, historical fiction, paranormal romance, and some literary fiction… but my absolute favorite author has to be Georgette Heyer.  She died in the ‘70’s but I have every book she’s written and she’s my ultimate comfort read.
"Adoro la romántica, ficción histórica, romance paranormal, y algunas ficciones literarias... pero my autor favorito es sin duda Georgette Heyer. Murió en los 70 pero he leído todos los libros que ha escrito  y es mi máxima lectura de confort."


 4. Do you find inspiration in music? If so, what type of music.
"¿Encuentras inspiración en la música, y si es así qué tipo de música?" 

I do find inspiration in music and have a personal playlist for most books I write but my taste is very eclectic.  I love songs with strong emotion so musical soundtracks are incredible for inspiring emotion and helping sustain creativity during a long writing day.  When I write cowboy romance, I like to listen to Country music though, with my favorites being Miranda Lambert, Luke Bryan, Jake Owens, Jennifer Nettles (and of course Sugarland!).  You’ll also find U2, Johnny Cash, Elvis, Cold Play,  and Adele on my music list.  It just varies, depending on my mood.
"Encuentro inspiración en la música y tengo una lista personal para cada libro, pero mi gusto es muy eléctrico. Me encantan las canciones de emociones fuertes por lo que las banda sonoras son increíblemente inspiradoras de emociones y ayuda a extraer la creatividad durante un largo día de escritura. Cuando escribo romántica del oeste, me gusta escuchar música country, mis favoritas son Miranda Lambert, Luke Bryan, Jake Owens, Jennifer Nettles (y por supuesto Sugarland!)  También cuento con una lista de U2, Johnny Cash, Elvis, Cold Play, y Adele. Suelo variar, dependiendo de mi estado de ánimo."


5. We would like to know more about your literary projects in the future, will you keep writing romance or is there any other genre you would like to cover?
"Nos gustaría saber algo más sobre sus proyectos futuros, si seguirá escribiendo romance o algún otro género" 

I'm drawn to writing romance novels because they are relationship stories...love stories...which requires characters to grow and change. I don’t think there is a genre I prefer, but a theme—love. Love ties us, binds us, hurts us, heals us. Love is complex and both steadfast and changing. It can dazzle us and mystify us. Comfort us and then break us. There are times we need it, crave it, and there are other times we push it away, and choose to go without. I don’t think I will ever get tired of writing about people and what we want and need, which is almost always acceptance, validation, hope, and love.  Love is the focal point of every story I write. 

My upcoming projects include another book in my Copelands series from Harlequin Presents, the third book in my Sheenans series from Tule Publishing and in this book, I’ll be sharing Cormac Sheena’s story which I’m just finishing up now.  Then I’ve got a single title book due at Berkley early September, and a couple more stories to write for Tule again.  It’s going to be a summer packed with a lot of writing but I’m really looking forward to it!
"Me atrae escribir novelas románticas porque están llenas de relaciones amorosas... historias de amor... que requieren que los personajes evolucionen y crezcan. No creo que haya otro género que me interese más, solo un tema - el amor. El amor nos une, nos encadena, nos duele, nos cura. El amor es complejo y puede ser inalterable o cambiar. Puede cegarnos y confundirnos. Hacernos sentir cómodos y después rompernos. Hay veces que lo necesitamos, que lo ansiamos, y otras lo empujamos lejos y elegimos marcharnos sin él. No creo que me canse nunca de escribir sobre las personas y lo que queremos y necesitamos, que suele ser aceptación, validez, esperanza y amor.  El amor es el punto central de cada historia que escribo.
Mi próximos proyectos incluyen otro libro de mi serie Copelands de Harlequin Presents, el tercer libro de la serie Sheenans de Tule Publishing y en este libro compartiré con la historia de Cormac Sheena que acabo de finalizar.Después tengo un único título para primeros de Septiembre, y otro par de historias que escribir para Tule también. ¡¡Va a ser un verano lleno de historias que escribir pero lo estoy deseando!!"


6. What is your opinion about self publishing?
"¿Qué opinas de la autopublicación?" 

I think Self-Publshing is growing in leaps and bounds and it’s the next step for most authors who want more direct control over their careers.  It’s an untapped market that can yield fabulous results if you can learn enough about the business and use it to your advantage.  An increasing number of authors are realizing that there are great advantages to going 'indie' if you have the time and resources to put into it.  But it’s a LOT of hard work.  It requires a lot of dedication, an immense amount of time, a willingness to constantly learn and stay on top of industry change, and then, tons of promotion.  For anyone who ventures into self-publishing, the story doesn’t end at just writing a book and making it available for sale on major retail sites.  That’s just the first little step.  Once you finish the story, then it's time to figure out how to get readers to buy it.
 "Creo que está creciendo a grandes saltos y es el próximo paso para escritores que quieren un control más directo de su carrera. Es un mercado sin explotar que puede sembrar resultados fabulosos si aprendes lo suficiente sobre el negocio y lo usas para tu beneficio. Un gran número de autores se están dando cuenta de que hay una gran ventaja en ser "Indie" si tienes el tiempo y los recursos para hacerlo. Pero es MUCHO trabajo. Requiere mucha dedicación, un inmenso montón de tiempo, una voluntad constante de aprender y estar en lo alto de la industria y además, toneladas de promoción. Para alguien que se aventura a la autopublicación, la historia no termina con solo escribir un libro y llevarlo a la venta en grande plataformas. Eso es solo el primer paso. Una vez que acabas la historia, tienes que arreglartelas para conseguir lectores que la lean."


 7. Any advice to new authors?
"¿Algún consejo a nuevos autores?" 

Publishing is a hard business and perseverance is key.  Getting feedback is a great way to make your writing better and stronger. Keep learning the craft.  Just because you got your foot in the door doesn’t mean the hard work and the learning is over.  It’s only just started and you have to keep honing your craft. Read craft books, attend workshops, interact with other writers.
"Publicar es un negocio complicado y la perseverancia es la llave. Tener opiniones de otros es una buena forma de mejorar en tu escritura. Continúa aprendiendo las técnicas. Solo porque te hayan abierto las puertas no significa que el trabajo duro y el aprendizaje se ha acabado. Solo es el principio y debes seguir puliendo tu técnica. Leer libros de técnicas, asistir a los talleres, interaccionar con otros escritores."